"Adonde fueres, alguno de la Solano vieres"
¿Por qué ese refrán?
"Adonde fueres, alguno de la Solano vieres"
La frase "correcta", es ésta: "Adonde fueres, alguno de la Solano vieres".
Hay muchas variaciones y forma de decirla, pero el sentido es único. Expresa el hecho histórico que le cabe a nuestra Promoción,
que fue la más grande de toda la historia del Ejército Nacional.
Al ingreso el 1 de marzo de 1974, éramos 140. Teóricamente, los primeros 120 serían combatientes y los últimos 20 integrarían el
Arma de Administración, que se iba a crear. Como esa creación nunca se llevó a cabo, los 140 terminamos como combatientes.
Y por las dudas, a poco de ingresar, se nos unieron
24 repitientes (ingreso 1973), por lo que arrancamos con una Fuerza Efectiva de 164. Eso hizo que durante muchos años, ocupáramos cargos
en todas las reparticiones del Ejército, a lo largo y ancho del país. Y así, fueras a donde fueras, siempre había un Solano.
Origen de la frase
La frase o refrán original, tiene 1400 años, o lo que es lo mismo, 14 siglos
No se sabe quién acuñó la frase que nos honra, por lo menos por estos pagos uruguayos.
Lo que sí se sabe es su origen real, o por lo menos el origen del singular refrán.
En España hay un refrán que dice: "Donde fueres, haz lo que vieres", como una educada recomendación para adaptarse a los hábitos y
costumbres del lugar que se visita. Pero aún en ese país, hay muchas formas diferentes de expresarla.
Y esto se debe a que tampoco es una frase española. En realidad es romana y la traducción de su idioma original (el latín), justifica las
variantes linguísticas al expresarla.
La expresión original proviene del latín "Cum Romae fueritis, Romano vivite more". Algo así como: "Cuando a Roma fueres,
como romano vivieres", lo que traducido al "uruguayo contemporáneo" viene a ser: "Cuando vayas a Roma, vive como un romano".
Fue pronunciada por primera vez en el siglo IV por Ambrosio de Milán, considerado como uno de los padres de la actual Iglesia Católica y
uno de los personajes que más influyó para que el cristianismo se impusiera al paganismo del Imperio Romano, consiguiendo que el poder
de la Iglesia acabara por encima del poder del Estado.
En realidad, Ambrosio de Milán no pretendía dar un consejo, como lo sugiere la traducción española, sino que parece era usada para adoctrinar
a los fieles para que siguieran los mandatos de la Iglesia Romana por encima de otras doctrinas de la época.