El 16 de julio de 1969 (en plena democracia, bastante antes de cualquier golpe de estado o gobierno militar), un grupo subversivo de filiación anarquista
denominado “Organización Popular Revolucionaria – 33 Orientales” (conocido como “OPR-33”) robó del museo situado en una finca de
la calle Zabala N° 1469, en lo que fuera en su tiempo el domicilio del Gral. Juan Antonio Lavalleja, la bandera original desplegada
por primera vez el 19 de abril de 1825 y que acompañó la Cruzada Libertadora que dio inicio al proceso que al final determinara
la independencia definitiva para nuestro país.
Los colores elegidos para esa bandera (azul, blanco, rojo) eran los mismos que había dispuesto años antes José Artigas para la
Banda Oriental -que adoptaron también otras provincias que lo seguían- y que provenían de las grandes revoluciones liberales y
republicanas: la norteamericana y la francesa.
Desde entonces esa reliquia histórica ha permanecido perdida..
La versión mantenida por exmiembros del referido grupo sedicioso, es que la misma fue llevada clandestinamente a Buenos Aires,
donde se mantenía en buen estado hasta 1974.
Por supuesto que desde la izquierda y los terroristas que a partir de la reinstitucionalización del país, se plegaron a la vida
política nacional, no surgió la más mínima manifestación de pesadumbre y arrepentimiento por el vilipendio
injustificable que perpetraron contra uno de nuestros más caros símbolos patrios que no solamente reviste una alta significación
histórica sino también y en tanto tal, ostenta el carácter de representación de nuestra sociedad en su conjunto.
Desde aquellos días, se desconoce el estado y paradero de dicho emblema. Los que podrían dar razón y tal vez devolverlo a sus
legítimos dueños (el pueblo, la Nación y el Estado uruguayos) o al menos aclarar su destino, persisten en un olímpico silencio.
Y a quienes tenemos derecho a reclamar por ello, parece no importarnos o por lo menos, no lo suficiente.
(Texto extractado de "Mi blog: Pedro R. Barreiro")